lunes, 22 de agosto de 2011

Crisis, crisis, crisis y una derrota más para Obama


Por: Kasandra Dalton
En el ámbito económico es más que claro que la crisis iniciada en los mercados financieros en 2008 está lejos de ser resuelta. Caso contrario, las posibilidades de agravamiento son cada vez más latentes y la impresión es que la economía capitalista contemporánea camina por la cuerda floja y que las posibilidades de una caída en la depresión económica (tasas de crecimiento negativas o no crecimiento) están a la vuelta de la esquina.
Esta situación ultradelicada no solamente incumbe a Estados Unidos, sino que también amenaza de manera directa a la zona euro, donde ya tres países (Grecia, Irlanda y Portugal) han requerido de planes de salvataje económico, y donde se está a la expectativa de la evolución económica de España e Italia; la caída de estos dos países podría marcar el principio del fin de la zona euro y un peligro directo para la superestructura política de la Unión Europea.
De regreso a la caracterización de la situación económica norteamericana, Paul Krugman economista gringo y Premio Nobel de Economía hace los siguientes señalamientos: “Ya tenemos una economía profundamente deprimida. Es casi seguro que seguiremos teniendo una economía deprimida durante todo el próximo año. Y probablemente también tendremos una economía deprimida durante 2013, si no más lejos.”[i]
Evidentemente, esta deprimida economía norteamericana tiene implicaciones concretas en la vida material de las clases sociales estadounidenses y no es solamente un problema en las alturas financieras. En otras partes hemos señalado que la consecuencia social más importante de la recesión económica, en la calidad de vida de las masas trabajadoras, es el desempleo. Los últimos datos disponibles al respecto del desempleo lo ubican alrededor del 9.2%, aunque como hemos indicado en otras ocasiones, estas cifras oficiales del gobierno ocultan una realidad que fácilmente sobrepasa el 20%.[ii]
En lo que respecta a los antecedentes políticos de la actual coyuntura norteamericana habría que señalar en primera instancia la creciente debilidad del gobierno de Obama. Debilidad que tiene aristas y matices pero que puede ser sintetizada de la siguiente manera: Obama no ha hecho absolutamente nada por defender los intereses de los sectores sociales (gran mayoría de la sociedad norteamericana) que lo pusieron a gobernar en Washington.
Así, ya para las elecciones legislativas de noviembre de 2010 el pronto movimiento que había puesto a Obama en el poder ya había desaparecido ocasionando la derrota brutal de Obama y los demócratas al perder el Congreso y perder una cantidad importantes de escaños en el Senado.
Esta derrota casi autoinfligida[iii] provocó la entrada orgánica del Tea Party dentro de la estructura de gobierno republicana dando así paso a las posibilidades de formulación de política de ultraderecha con rasgos fascistas desde las instituciones de gobierno estatales y en menor medida federales.
Repasemos ahora la actual coyuntura vinculada a la negociación del techo de la deuda[iv]. Por ley, el gobierno federal de los Estados Unidos no puede endeudarse más allá del monto correspondiente a un año de PIB, para el caso norteamericano esta suma equivale a 14.5 billones de dólares. Fue Timothy Geithner Secretario del Tesoro norteamericano quién hiciera la advertencia en mayo de este año de que el gobierno federal había alcanzado el límite de endeudamiento y que las posibilidades de continuación de los pagos estaban garantizadas hasta el 2 de agosto, si para esta fecha el legislativo norteamericano no lograba un acuerdo para elevar el techo de la deuda existía la posibilidad de entrar en el impago o moratoria de los deberes de Estados Unidos con sus acreedores.
Esta posibilidad de impago se vio casi inmediatamente reflejada en los mercados financieros con el anuncio de las agencias calificadoras (como Moody's y Standard & Poor’s) de la posibilidad de rebajo de la calificación AAA a los bonos de deuda norteamericanos.  A partir de acá, se entra en un prolongado estira y encoge, principalmente dentro del Congreso donde Obama debe negociar con los republicanos.
Esta dinámica al respecto de la discusión política sobre el techo de la deuda se tensaba, por un lado con las propuestas republicanas de un recorte brutal del gasto social por un monto equivalente al aumento del límite del endeudamiento, y por otro lado con una tímida, como todas las soluciones del gobierno Obama, propuesta de aumento impositivo a las arcas de los ricos.
Hace menos de un mes la administración Obama puso sobre la mesa de negociación una primera propuesta de reducción del gasto social como gesto de acercamiento a los republicanos, la respuesta de éstos fue terminante: o se aprueban los recortes a la manera republicana, es decir sin piedad sobre los sectores más desfavorecidos de la sociedad, o no hay negociación alguna. Así los calificativos de “irresponsables” que la administración Obama lanzó contra los republicanos no sirvieron de nada para que estos abandonaran sus tácticas extorsivas.
El 31 de julio hubo humo blanco en Washington al forjarse un acuerdo entre demócratas y republicanos en el Congreso que posteriormente sería ratificado en el Senado. Los términos del acuerdo plantean un recorte de 2 billones en el gasto federal para la próxima década, lo que significa la reducción más drástica de gasto público del gobierno federal desde la administración de Dwight Eisenhower hace más de medio siglo.
Simúltaneamente, el “acuerdo” establece la conformación de un comité especial conjunto de legisladores que planteará una segunda ronda de reducciones, las resoluciones de este comité deben estar listas para diciembre y serán inapelables en las instancias legislativas. Aunque en principio no se hayan establecido recortes en programas sociales claves como Social Security y Medicare, éstos estarán en la mira del comité legislativo encargado de las nuevas reducciones al presupuesto.
De que esto sea una derrota contundente y hasta avergonzante para la administración Obama es una cosa que no solamente señala la izquierda, sino hasta diarios liberales reputados como el New York Times, The Washington Post y USA Today. Precisamente el NY Times señaló lo siguiente: “(...) el resto <del acuerdo> es casi una completa capitulación a las demandas chantajistas de los extremistas republicanos. Dañará los programas para la clase media y los pobres, y dificultará la recuperación económica”[v]
Esto último parece ser central para economistas como Krugman quien sostiene que una reducción del gasto público con la excusa de responsabilidad fiscal, lejos de reactivar la economía, puede provocar una desaceleración aún mayor que acerque a la economía yanqui de manera peligrosa al abismo de la depresión. Abismo al que inevitablemente arrastraría, y está arrastrando ya, a la economía global.
La última información con que contamos es que el acuerdo, dentro del aparato político norteamericano, no ha logrado tranquilizar los mercados y que la agencia calificadora Standard & Poor’s ha rebajado la nota crediticia gringa de AAA a AA+ como respuesta a lo que llama “falta de planificación política”. Esto es sin dudas un duro golpe para Estados Unidos y su rol de potencia hegemónica global.
Asistimos así al circo de Obama, al regocijo de la derecha irracional y a la pasividad de las masas sobre las que se descarga la crisis.

[i]http://www.socialismo-o-barbarie.org/eeuu_nuevo/110803_a_krugman_la_rendicion_de_obama.htm
[ii]Para una elaboración más detallada sobre este aspecto revisar: “Obama: ¿el Roosvelt que no fue?” en www.socialismo-o-barbarie.org/revistas_anteriores.htm
[iii]En ocasiones la torpeza y debilidad política de Obama parece no tener límites.
[iv]Para ampliar este aspecto revisar: http://www.socialismo-o-barbarie.org/eeuu_nuevo/110728_a_bailandoeneltitanic.htm
[v]New York Times en AFP. “Según diarios liberales el Presidente capituló”. 1 de agosto de 2011.






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Indicios de nueva recesión mundial


Por: Immanuel Wallerstein (*)
Agence Global
La Jornada
Traducción de Ramón Vera Herrera
La línea oficial en casi todas partes es que la economía-mundo pronto se pondrá bien si tan sólo hacemos esto o aquello. El hecho es que nadie –ni los gobiernos ni los megabancos, ni siquiera los economistas obtusos– realmente lo cree.
El mundo se encuentra en una depresión, tambaleándose al borde de un colapso realmente importante. Nadie en ningún lado estará exento de los efectos negativos de este colapso, aun si algunos cuantos afortunados se las arreglan para hacer dinero con éste. La primera preocupación de todo gobierno no es cómo desempeñarse bien, sino cómo podemos desempeñarnos menos mal que otros estados.
La atención de la prensa mundial se ha enfocado en los meros debates públicos en Estados Unidos, en la zona del euro, y sí, en China. Pero esto no significa que otros estados –grandes o pequeños, que parezcan crecer o sea obvio que están estancados– no estén igualmente preocupados, aunque con frecuencia sean menos capaces de maniobrar que los jugadores más grandes.
En julio, en medio de grandes dramas, la zona del euro pareció promulgar un compromiso político de las clases. ¿Permitirá esto que la Unión Europea (UE) se desempeñe “menos mal” que sus muchos competidores? Pienso que podría ser. Pero para ver lo que realmente ocurrió debemos remontar las complicadas decisiones económicas. Nadie parece concordar en lo que realmente se acordó, y menos en si esto hará algún bien, tomando en cuenta los dilemas económicos que enfrentan los países de la zona del euro.
El arreglo fue político, no económico, y las consecuencias importantes serán políticas. Lo que los países de dicha región consiguieron hacer fue salvar el euro como divisa única. Algunos piensan que esto es maravilloso; otros que es un desastre. Pero el punto es que lo salvaron. Y en términos de las luchas geopolíticas que están en curso en el mundo, esto permitirá que Europa siga siendo un jugador importante.
Carsten Volkery, escribiendo en Der Spiegel, resumió las decisiones de este modo: “(El 21 de julio) los líderes europeos impulsaron un segundo paquete de rescate para Grecia, golpeada por la deuda, uno que incluye un nivel sorprendentemente alto de participación privada. Además se le han otorgado nuevos poderes al grupo de emergencia para la zona del euro, lo que lo hace ver, sospechosamente, como un fondo monetario internacional europeo”.
El debate económico previo en torno a la deuda griega (y aquélla de otros países de la zona del euro) tenía todos los ingredientes convencionales. En un extremo estaban quienes predicaban fe plena en el “mercado”, sin importar las consecuencias. El más radical de éstos quería sacar a Grecia de la zona del euro (aunque legalmente esto parece casi imposible). En el otro polo estaban quienes predican una solidaridad económica basada en el énfasis neo-keynesiano de (re)crear una demanda efectiva –un “mini Plan Marshall”.
El problema político subyacente fue la política interna de los diferentes países. Una solución keynesiana fue profundamente impopular en Alemania, y la señora Merkel temió, con razón, un desastre electoral si seguía adelante con eso. Una solución neoliberal presentaba el riesgo de disturbios severos en Grecia, España y, eventualmente, en muchas otras naciones. El gran promotor de un arreglo resultó ser ni más ni menos que Nicolas Sarkozy, de Francia, quien luchó por que se otorgaran nuevos poderes al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y celebró públicamente lo que él llamó los inicios de un fondo monetario europeo. Aun la señora Merkel estuvo de acuerdo en que la comparación era plausible.
La señora Merkel ganó la concesión que buscaba el involucramiento de los inversionistas privados. Y el Banco Central Europeo (BCE) finalmente accedió también a dar su bendición. El FEEF emitirá sus propios bonos y quienes tengan bonos griegos podrán cambiarlos por estos nuevos, cuyas tasas de interés supuestamente serán menores. El FMI, por medio de su nueva directora, Christine Lagarde, estuvo de acuerdo en que el efecto de todo esto sería positivo para todo mundo. Por supuesto, este nuevo arreglo le permite al FMI estar menos involucrado, en un momento en que tiene que estirar sus propios recursos. Aun Gran Bretaña, no siendo miembro de la zona del euro, aplaudió el mencionado compromiso.
¿Es esto algún tipo de magia que “salvará” Europa? Para nada. Primero, hay todavía jugadores que intentan deshacer el arreglo. Falta por ver qué consecuencias electorales traerá.
¿Por qué Sarkozy, el heredero pos-gaulista de De Gaulle, se volvió el arquitecto de un compromiso que acercó a Europa a una estructura de gobernanza común? Hay dos razones, en realidad. Por un lado, después de una serie de reveses políticos, parece bien, en términos de las próximas elecciones francesas, que Sarkozy haya logrado algo en política exterior. Las encuestas en Francia indican que su popularidad, de hecho, creció.
Sin embargo, la segunda razón es bastante gaulista. De Gaulle se oponía a más federalismo en Europa debido a que servía a los intereses estadunidenses a expensas de los de Francia. Pero hoy, mayor “federalismo” en Europa sirve a los intereses de Europa (y de Francia) a expensas de los estadunidenses. Un colapso de la zona del euro habría eliminado a Europa occidental como jugador importante en el sistema inter-estados –y fortalecería al dólar en un momento en que necesita toda la ayuda que pueda conseguir.
Las voces desde la izquierda de la izquierda constantemente se quejan de que la zona del euro es básicamente una institución neoliberal, que protege a los bancos y lastima a los más pequeños. Esto es cierto en gran medida. Lo que nunca he entendido es por qué alguien piensa que la izquierda estaría mejor con una serie de estados totalmente separados. Me parece que las fuerzas neoliberales serían mucho más poderosas si la Unión Europea desapareciera.
A fin de cuentas, la Unión Europea y su zona del euro se desempeñarán “menos mal” en el colapso importante que se avecina. Eso no es mucho logro, pero en la carrera por los botes salvavidas, Europa puede por lo menos garantizar el lanzamiento de uno de éstos.
(*) Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador estadounidense, continuador de la corriente historiográfica iniciada por Fernand Braudel, es ampliamente conocido por sus estudios acerca de la génesis y transformaciones históricas del capitalismo. Su monumental trabajo “El moderno sistema mundial”, cuyo primer tomo publicó en 1976, analiza el desarrollo del capitalismo como “economía–mundo”. En el 2003 publicó “The Decline of American Power: The U.S. in a Chaotic World” (New Press).


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Hacia la segunda recesión en W


Por: Floyd Norris, 
The New York Times
Nueva York.- Pasaron tres décadas desde que Estados Unidos sufrió una recesión que llegó pisándole los talones a una recesión anterior. Pero podría estar sucediendo nuevamente. El imparable aluvión de malas noticias económicas de las últimas dos semanas pintan el cuadro de una economía que ha caído más bajo y se ha recuperado mucho menos de lo que todos pensábamos.
Cuando el país fue golpeado por la Gran Recesión -como será conocida seguramente en el futuro-, existía un amplio consenso político sobre la necesidad de que el gobierno estimulara la economía. El gobierno lo hizo, y la recesión se detuvo.
Pero la Segunda Gran Recesión, en la que posiblemente estamos entrando, generó una respuesta distinta. Ahora, los políticos se debaten por ver cuánto pueden recortar el gasto. Después de meses de peleas, aprobaron una ley destinada a forzar nuevas reducciones del gasto público.
Si éste es el comienzo de una recesión doble, tendrá dos importantes puntos en común con la de 1980 y 1981-2. En ambos casos, la primera recesión fue causada en gran parte por una súbita retracción del crédito en la economía. La recuperación llegó cuando se recuperaron las condiciones del crédito.
Y en ambos casos la segunda recesión comenzó en un momento en que las políticas de gobierno usuales para combatir la debilidad económica no parecían viables. En aquel entonces, la necesidad de combatir la inflación llevó a descartar una política monetaria más flexible. Ahora, la percepción de que hay que reducir el gasto público lleva a descartar una política fiscal más tolerante.
Hacia fines de 2007, la economía de Estados Unidos cayó en lo que a primera vista parecía ser una leve recesión. Pero el declive se convirtió en un derrumbe global cuando después de la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, el crédito se desvaneció para casi todo el mundo.
Casi todas las economías del mundo entraron en recesión. Pero al final resultó que las empresas reaccionaron excesivamente: si bien las ventas cayeron, no cayeron tanto como la producción.
Ese hecho dejó preparado el escenario de un rebote económico que comenzó a mediados de 2009, cuando la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas determinó que la recesión había terminado en junio de ese año. Los fabricantes de todas partes del mundo informaron que las órdenes de pedido comenzaban a crecer rápidamente.
Revisión
La semana pasada, el gobierno anunció la revisión anual de los números de los últimos años. Los nuevos sondeos del gobierno revelaron que, durante 2009 y 2010, los norteamericanos gastaron menos de lo que se había estimado previamente en un amplio rango de rubros, como alimentos, vestimenta y computadoras.
La recesión habría sido más profunda y la recuperación, menos impresionante: la economía de Estados Unidos sigue siendo más chica que en 2007.
Volviendo a 1980, la recesión se desató cuando el gobierno -desalentado por sus intentos fallidos por contener la inflación- implementó controles destinados a limitar la expansión del crédito y a encarecer los créditos bancarios. La economía se congeló de inmediato. En julio terminaron los controles al crédito, y la recesión terminó ese mismo mes.
Para el primer trimestre de 1981, la economía había superado su pico anterior. Pero poco se había hecho con la inflación, y la Reserva Federal estaba decidida a terminar con ese flagelo. Con tasas de interés más altas, hacia fines de 1981 el consumo interno se hundió a su nivel más bajo desde que el gobierno empezó a realizar esa medición, en 1963. Ahora, están todavía más abajo.
No hay certezas de que hayamos ingresado en una nueva recesión. Pero se va extendiendo la percepción de que los problemas de fondo que llevaron a la recesión de 2007-09 no fueron solucionados. El valor de la vivienda no se ha recuperado, y son millones los norteamericanos que deben más por la hipoteca de sus casas que lo que sus casas valen. Las tasas de interés extremadamente bajas ayudaron a incrementar las ganancias corporativas, pero las empresas contrataron muy pocos empleados.
En cualquier otro momento, estos indicadores económicos habrían empujado a los políticos a competir en sus propuestas para revivir la economía. Pero hoy la mira está puesta en recortar el gasto.
A pesar de la oposición del Congreso, la Reserva Federal dio algunas señales de querer reanudar la compra de bonos del gobierno, algo que dejó de hacer en junio pasado.
Pero la nueva revisión de los datos económicos puede llegar a indicar que el programa de adquisiciones previo surtió menos efecto del esperado. Históricamente, los programas de estímulo al principio parecen dar poco resultado, hasta que el efecto acumulativo ayuda a impulsar una recuperación. Lo mejor que se puede esperar es que el estímulo que ya se había invertido demuestre haber sido suficiente.


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La OCDE augura una desaceleración mundial


Por: Paul Hannon
Wall Street Journal
Londres.- La mayoría de las principales economías del mundo se encaminan hacia un período de menor crecimiento y cada vez es más probable que Estados Unidos comparta ese destino, según los indicadores adelantados compuestos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
El organismo con sede en París dijo el lunes que su indicador adelantado de actividad económica en sus 34 miembros bajó en junio al nivel de 102,2 frente a 102,5 en mayo, lo que sugiere que el crecimiento económico probablemente se desacelerará.
"Los indicadores adelantados compuestos... siguen apuntando a una desaceleración de la actividad en la mayoría de países de la OCDE y en grandes economías que no pertenecen a este grupo", dijo la OCDE.
Entre las economías desarrolladas, la OCDE señaló que sus indicadores apuntan a desaceleraciones en Canadá, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, mientras que entre las economías en desarrollo, los indicadores apuntan a desaceleraciones en Brasil, China e India.
La OCDE dijo también que los indicadores apuntan cada vez más a desaceleraciones en Estados Unidos, Japón y Rusia.
El indicador adelantado para Estados Unidos bajó en junio a 103,1 desde 103,3, tras permanecer estable en mayo. En cuanto a Japón, el indicador adelantado cayó en junio a 103,6 desde 103,8.
Los indicadores de la OCDE están diseñados para dar señales tempranas de cambios de tendencia entre la aceleración y la desaceleración de la actividad económica y se basan en una amplia variedad de series de datos con historial de dar pistas sobre la actividad económica.
En cada economía, un nivel de 100,00 marca la tasa de crecimiento de la tendencia a largo plazo. Los indicadores de Brasil, India y China se situaron por debajo de dicho nivel en junio.

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Un golpe para el mayor acreedor estatal de EEUU


Por: Lingling Wei y Andrew Browne
 Wall Street Journal
Beijing.-La rebaja de la calificación de crédito de Estados Unidos aumenta la presión sobre China para que transforme su economía dependiente de las exportaciones, que ha dado lugar a montañas de reservas en dólares cada vez más depreciados. No obstante, a los políticos chinos, como a sus pares estadounidenses, les cuesta tomar decisiones difíciles, pero necesarias, para impulsar el cambio.
Algunos analistas dicen que las duras palabras con las que China se ha dirigido a EEUU tras la rebaja de su deuda por parte de Standard & Poor's el viernes muestran el deseo de Beijing de desafiar el liderazgo económico global de Washington, que el país asiático cree que está en un inevitable declive.
Sin embargo, los analistas también dicen que los comentarios tienen como objetivo desviar la crítica dentro del país a la gestión económica del propio gobierno chino, que ha permitido que las reservas de la nación se disparen a más de US$3 billones (millones de millones), de lejos las mayores mundiales en divisas extranjeras.
En un editorial mordaz, la agencia de noticias estatal Xinhua calificó la rebaja como una "factura vencida que EEUU tiene que pagar por su propia adicción a la deuda y la disputa política corta de vista en Washington". También insistió en la petición de Beijing de que haya una "nueva, estable y segura divisa de reserva global".
La rebaja representa una bofetada para China, ya que es el mayor tenedor de bonos del Tesoro estadounidense, algo que se debe en gran parte a la política china de estimular sus exportaciones manteniendo devaluado el yuan. Beijing hace esto comprando dólares a los exportadores a cambio de yuanes y usando ese dinero para comprar deuda estadounidense, el único mercado en el mundo lo suficientemente grande y líquido como para soportar compras a tal escala. Las adquisiciones chinas de títulos estadounidenses han ayudado a mantener las tasas de interés en EEUU bajas durantes años, lo que contribuyó a crear la burbuja inmobiliaria que luego provocó el colapso de la economía mundial.
Los líderes chinos se han mostrado preocupados por la seguridad de los bonos estadounidenses en manos de China, valorados en US$1,2 billones. La rebaja de S&P les da más motivos para ello mientras se aviva la crítica de quienes en China dicen que el gobierno ha gestionado sin cuidado las ganancias obtenidas con "la sangre y el sudor" de los trabajadores del país. En las últimas semanas, altos funcionarios chinos han tenido que defender esta política, lo que refleja una creciente angustia por el potencial de esta cuestión de convertirse en motivo de protesta entre los ciudadanos descontentos.
"Es una señal de advertencia para China", señala Zhao Qingming, analista de China Construction Bank Corp., unos de los cuatro grandes bancos estatales del país. "China debería tratar de equilibrar su balanza comercial tan pronto como sea posible". Explicó que si sigue manteniendo un superávit comercial, que fue de US$22.300 millones en junio, no le quedará otra que seguir comprando deuda soberana estadounidense.
De momento, el gobierno chino ha resistido las peticiones de que deje que su divisa flote libremente, pese a que ha dicho durante años que el país necesita transformar su economía a una que dependa más del consumo interno. Un yuan más caro daría mayor poder adquisitivo a los consumidores al abaratar las importaciones. El rechazo de Beijing a una apreciación más rápida del yuan, dicen los analistas, refleja el temor de que esto genere un duro golpe para una economía que ha tenido un crecimiento asombroso en las últimas tres décadas y ha ayudado al Partido Comunista a permanecer en el poder.


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Ahora los manifestantes israelíes deben definir
el significado de “justicia social”


Por: Mikaela Levin
Centro de Información Alternativa (AIC)



Los israelíes que tomaron las calles en demanda de "justicia social" ahora enfrentan un difícil desafío: ¿Qué significa la justicia social por la que están protestando? Mikaela Levin lo investiga.
Los jóvenes estaban exultantes; los mayores, emocionados. La multitud apenas se movía y el calor era insoportable, pero para todos los que estuvieron el sábado por la noche en el centro comercial de Tel Aviv fue una fiesta. Las caras y los carteles que sobresalían por encima de las cabezas de la masa humana eran pruebas incontestables de la heterogeneidad del movimiento que se autobautizó "Justicia Social". "Jaffa le dice no a la aristocratización", "La educación no es una mercancía", "La mayoría silenciosa pide resetear" y "Educación, Vivienda y Tierras, todo vendido en oferta" eran sólo algunos de la colorida variedad de slogans que acompañó a la masiva marcha.
"Este es algo increíble para Israel; aún si existen contradicciones internas en el movimiento, esto es algo nuevo", explicó Marcello Weksler, un veterano activista israelí activo en la lucha contra el colonialismo israelí y las políticas socio–económicas del neo–liberalismo.
Los medios israelíes hablan de unos 300.000 manifestantes en el país y entre 200.000 y 250.000 en Tel Aviv. Pero la realidad es que para las 22 la mayoría de la gente sabía que el movimiento se había multiplicado; más familias, más jóvenes y, especialmente, mas "ciudades campamentos" se habían unido al epicentro de las protestas nacionales en el campamento de estudiantes en el Boulevard Rothschild.
La aprobación el miércoles pasado de la ley de viviendas del primer ministro Benjamin Netanyahu había irritado aún más a los residentes de las acampadas y empujó a la calle a algunos de los sectores más moderados de la clase media. Enfrente del enorme edificio de la Organización Mundial Sionista, los manifestantes habían colgado durante la tarde un pasacalle gigante que cruzaba todo el boulevard. En él denunciaban con nombre y apellido a todos los parlamentarios que hacía menos de una semana habían votado a favor de la ley que creará comités para acelerar las autorizaciones que requieren las empresas constructoras para iniciar cualquier proyecto inmobiliario. Para el gobierno esto significará menos burocracia y más libertad para el mercado; para los manifestantes, tendrá como resultado más privatización, menos viviendas accesibles y absolutamente ningún nuevo proyecto de vivienda pública.
"La gente finalmente entendió que el problema es con el sistema neoliberal. Dicen que es una protesta social y no política porque tienen miedo de que los estereotipen como radicales o que los manipulen los partidos políticos; pero cada vez más estamos escuchando críticas al sistema neoliberal", analizó Weksler, mientras caminaba entre las cientos de carpas levantadas a lo largo del Boulevard Rothschild.
Los orígenes de este sistema neoliberal, continuó Weksler, se retrotraen a finales de los setenta cuando Menachem Beguin tomó el poder. "Hasta él, la austeridad había sido parte de la ideología del Estado de Israel", destacó el veterano militante. El ex primer ministro le vendió a un público muy receptivo una sensación de modernización, de apertura a la cultura occidental. Este proceso trajo consigo coca–colas y otros lujos, pero también un insaciable apetito por el consumismo y una jerarquía social y económica más evidente.
Weksler recordó especialmente el cierre de las fábricas en la periferia de las grandes ciudades, la reducción de las ayudas sociales del Estado de bienestar, y la privatización de los kibbutzim y la comercialización de algunas de sus más valiosas tierras para construir shoppings y grandes mansiones en los suburbios de ciudades como Tel Aviv. "Aquí en Israel no hay una tradición de protestas sociales, pero creo que la gente sintió que se había llegado a un límite", aseguró el ex miembro de las Panteras Negras y de Matzpen.
El problema es que este límite parece no ser el mismo para todos los manifestantes que el sábado a la noche tomaron las calles. Algunos demandaban educación gratuita y universal, otros reclamaban por un gobierno con políticas medioambientales responsables, otros por un servicio militar obligatorio para todos los ciudadanos de Israel y algunos, inclusive, por más viviendas baratas en los asentamientos en Cisjordania. Todos reconocían que existe un problema, principalmente el déficit inmobiliario, y todos demandaban "justicia social", pero hasta allí llegaba el consenso. "Algunas personas se están radicalizando con el movimiento protesta, pero aún no está claro cuál es el nivel de concientización política que existe", advirtió Weksler.
Por ahora la negativa del gobierno a cualquier diálogo logró mantener unida la protesta, inclusive, a fortalecerla. El domingo, apenas horas después que los 300.000 marcharan a través de las calles de las principales ciudades del país, Netanyahu anunció la creación de un comité que se reunirá con los manifestantes para un "verdadero diálogo". Pero advirtió: "Escucharemos a todos, pero no podremos satisfacer a todos".
En los próximos días, el movimiento tendrá que decidir cuáles serán sus términos en la negociación; en otras palabras, los líderes de la protesta se enfrentarán a la difícil tarea de definir su propio principio fundador: justicia social.


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Wallerstein: Se vienen años de incertidumbre y caos mundial





Por: Sally Burch




El destacado académico de las ciencias sociales, Immanuel Wallerstein, es uno de los más connotados exponentes del pensamiento crítico contemporáneo y durante su reciente visita a Ecuador, ALAI conversó con él sobre la actual crisis de deuda que golpea duramente a Estados Unidos y sus consecuencias para los países emergentes y América Latina.

El investigador principal de la Universidad de Yale considera que el dólar ha entrado en un proceso grave e irreversible de pérdida de valor como moneda de reserva mundial, subrayando que era “el último poder serio que mantenía Estados Unidos”.

Wallerstein piensa que las diferentes medidas de emergencia que se están implementando en su país simplemente están retrasando la banca rota mundial. “Los daños son hechos concretos, la situación de los Estados Unidos es grave y no es recuperable”, recalca.

Estima que el desenlace ocurrirá dentro dos o tres años, con resultados caóticos para el sistema mundial porque “no habrá una moneda de reserva internacional” y tampoco existen condiciones para que otra moneda pueda ocupar ese rol.  Entonces con el fin del dólar como reserva mundial “van a existir cinco, seis o siete monedas importantes, una situación caótica porque habrá fluctuaciones enormes continuas”.

“Ni los gobiernos ni las firmas transnacionales, ni los mega-bancos, ni los individuos sabrán qué hacer. Una incertidumbre enorme paralizará el mundo, especialmente a los inversionistas”, advierte el académico estadounidense.

Mientras esto ocurre en un nivel macro de la economía norteamericana, paralelamente también en un plano más local se vienen produciendo serios problemas económicos.  “Comunidades urbanas pequeñas están entrando a la bancarrota y por ejemplo no pueden pagar las jubilaciones”, indica el científico social.

El investigador considera que en su país la clase media es la más afectada porque de un día a otro las familias pierden posición y los trabajadores que perdieron su empleo no pueden hallar otro puesto, especialmente las personas entre 40 y 60 años, llegando incluso a perder sus casas.  Es una situación que actualmente no tiene solución y no se observa posibilidad de encontrar una válvula de escape.

Además, Wallerstein señala que “la situación en Estados Unidos va a empeorar porque se va a eliminar la posibilidad que el gobierno sostenga gastos necesarios en este momento, creándose una situación peor que la actual. La fantasía del Tea Party está llevando a Estados Unidos y por consecuencia a todo el mundo en dirección de un crash”.

Teniendo en cuenta estas consideraciones el pronóstico del teórico norteamericano, para los próximos años, es bastante pesimista.  “Yo veo guerras civiles en múltiples países del norte, sobre todo en Estados Unidos donde la situación es mucho peor que en Europa occidental, aunque allá también hay posibilidades de guerra porque hay un límite hasta el cual la gente ordinaria acepta la degradación de sus posibilidades”.

China y países emergentes

Ante la crisis de Estados Unidos y Europa los países emergentes por el momento parecen vivir bien, sin embargo, desde el punto de vista de Wallerstein, esconden una falsa realidad porque todos estamos en una misma canasta.

Teniendo en cuenta que China es el principal tenedor de bonos norteamericanos, ese país afronta una disyuntiva muy delicada.  Wallerstein considera que si por un lado “deja de comprar bonos de Estados Unidos va a perder la oportunidad de colocar productos chinos en ese mercado, un problema muy serio para la China.  Al mismo tiempo, cuando el dólar pierda su posición relativa a las otras monedas sus bonos no van a valer mucho”.

Entonces, China se está arriesgando a perder enormemente tanto si se retira o si continúa en el mercado de bonos norteamericanos. Frente a esta situación considera que “lo más probable es que la China se vaya retirando poco a poco”. Justamente el problema está en determinar cuando es el momento perfecto para detener las inversiones, lo cual es imposible de señalar porque si lo supiéramos seríamos todos ricos, agrega el investigador.

Además de este serio problema que afronta China, explica que el país asiático atraviesa por una situación muy frágil desde el punto de vista de su economía interna, “porque los bancos chinos están en la misma situación que los bancos norteamericanos de hace dos o tres años”. Asimismo, la inflación limita posibilidades a China y a otros países emergentes como, por ejemplo, a Brasil.

En este contexto considera que los países emergentes, y en el caso de Suramérica la Unasur, deberán hallar los mecanismos de un “proteccionismo a corto plazo a fin de minimizar los daños que serán para todo el mundo.  No habrá países que escaparán de los daños pero serán más grandes para algunos que para otros”.

Preguntado sobre la construcción de una nueva arquitectura financiera regional, con iniciativas como el Banco del Sur o de una moneda regional como el Sucre, el académico valoró positivamente esas posibilidades para los pueblos de América del Sur. “La creación eventual de una moneda verdadera común será un elemento de fuerza económica en esta situación”.  En ese sentido citó como ejemplo que a pesar de las dificultades en Europa con el euro, la decisión de salvaguardar la moneda común “va a permitirles una posición política importante”.

Finalmente, como un mensaje para América Latina invitó a continuar con la reflexión sobre la necesidad de garantizar alimentos suficientes para su pueblo, agua para su pueblo, energía para su pueblo, como cuestiones mínimas y esenciales que deben hacer todos los gobiernos del Sur.



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