lunes, 22 de agosto de 2011

Crisis, crisis, crisis y una derrota más para Obama


Por: Kasandra Dalton
En el ámbito económico es más que claro que la crisis iniciada en los mercados financieros en 2008 está lejos de ser resuelta. Caso contrario, las posibilidades de agravamiento son cada vez más latentes y la impresión es que la economía capitalista contemporánea camina por la cuerda floja y que las posibilidades de una caída en la depresión económica (tasas de crecimiento negativas o no crecimiento) están a la vuelta de la esquina.
Esta situación ultradelicada no solamente incumbe a Estados Unidos, sino que también amenaza de manera directa a la zona euro, donde ya tres países (Grecia, Irlanda y Portugal) han requerido de planes de salvataje económico, y donde se está a la expectativa de la evolución económica de España e Italia; la caída de estos dos países podría marcar el principio del fin de la zona euro y un peligro directo para la superestructura política de la Unión Europea.
De regreso a la caracterización de la situación económica norteamericana, Paul Krugman economista gringo y Premio Nobel de Economía hace los siguientes señalamientos: “Ya tenemos una economía profundamente deprimida. Es casi seguro que seguiremos teniendo una economía deprimida durante todo el próximo año. Y probablemente también tendremos una economía deprimida durante 2013, si no más lejos.”[i]
Evidentemente, esta deprimida economía norteamericana tiene implicaciones concretas en la vida material de las clases sociales estadounidenses y no es solamente un problema en las alturas financieras. En otras partes hemos señalado que la consecuencia social más importante de la recesión económica, en la calidad de vida de las masas trabajadoras, es el desempleo. Los últimos datos disponibles al respecto del desempleo lo ubican alrededor del 9.2%, aunque como hemos indicado en otras ocasiones, estas cifras oficiales del gobierno ocultan una realidad que fácilmente sobrepasa el 20%.[ii]
En lo que respecta a los antecedentes políticos de la actual coyuntura norteamericana habría que señalar en primera instancia la creciente debilidad del gobierno de Obama. Debilidad que tiene aristas y matices pero que puede ser sintetizada de la siguiente manera: Obama no ha hecho absolutamente nada por defender los intereses de los sectores sociales (gran mayoría de la sociedad norteamericana) que lo pusieron a gobernar en Washington.
Así, ya para las elecciones legislativas de noviembre de 2010 el pronto movimiento que había puesto a Obama en el poder ya había desaparecido ocasionando la derrota brutal de Obama y los demócratas al perder el Congreso y perder una cantidad importantes de escaños en el Senado.
Esta derrota casi autoinfligida[iii] provocó la entrada orgánica del Tea Party dentro de la estructura de gobierno republicana dando así paso a las posibilidades de formulación de política de ultraderecha con rasgos fascistas desde las instituciones de gobierno estatales y en menor medida federales.
Repasemos ahora la actual coyuntura vinculada a la negociación del techo de la deuda[iv]. Por ley, el gobierno federal de los Estados Unidos no puede endeudarse más allá del monto correspondiente a un año de PIB, para el caso norteamericano esta suma equivale a 14.5 billones de dólares. Fue Timothy Geithner Secretario del Tesoro norteamericano quién hiciera la advertencia en mayo de este año de que el gobierno federal había alcanzado el límite de endeudamiento y que las posibilidades de continuación de los pagos estaban garantizadas hasta el 2 de agosto, si para esta fecha el legislativo norteamericano no lograba un acuerdo para elevar el techo de la deuda existía la posibilidad de entrar en el impago o moratoria de los deberes de Estados Unidos con sus acreedores.
Esta posibilidad de impago se vio casi inmediatamente reflejada en los mercados financieros con el anuncio de las agencias calificadoras (como Moody's y Standard & Poor’s) de la posibilidad de rebajo de la calificación AAA a los bonos de deuda norteamericanos.  A partir de acá, se entra en un prolongado estira y encoge, principalmente dentro del Congreso donde Obama debe negociar con los republicanos.
Esta dinámica al respecto de la discusión política sobre el techo de la deuda se tensaba, por un lado con las propuestas republicanas de un recorte brutal del gasto social por un monto equivalente al aumento del límite del endeudamiento, y por otro lado con una tímida, como todas las soluciones del gobierno Obama, propuesta de aumento impositivo a las arcas de los ricos.
Hace menos de un mes la administración Obama puso sobre la mesa de negociación una primera propuesta de reducción del gasto social como gesto de acercamiento a los republicanos, la respuesta de éstos fue terminante: o se aprueban los recortes a la manera republicana, es decir sin piedad sobre los sectores más desfavorecidos de la sociedad, o no hay negociación alguna. Así los calificativos de “irresponsables” que la administración Obama lanzó contra los republicanos no sirvieron de nada para que estos abandonaran sus tácticas extorsivas.
El 31 de julio hubo humo blanco en Washington al forjarse un acuerdo entre demócratas y republicanos en el Congreso que posteriormente sería ratificado en el Senado. Los términos del acuerdo plantean un recorte de 2 billones en el gasto federal para la próxima década, lo que significa la reducción más drástica de gasto público del gobierno federal desde la administración de Dwight Eisenhower hace más de medio siglo.
Simúltaneamente, el “acuerdo” establece la conformación de un comité especial conjunto de legisladores que planteará una segunda ronda de reducciones, las resoluciones de este comité deben estar listas para diciembre y serán inapelables en las instancias legislativas. Aunque en principio no se hayan establecido recortes en programas sociales claves como Social Security y Medicare, éstos estarán en la mira del comité legislativo encargado de las nuevas reducciones al presupuesto.
De que esto sea una derrota contundente y hasta avergonzante para la administración Obama es una cosa que no solamente señala la izquierda, sino hasta diarios liberales reputados como el New York Times, The Washington Post y USA Today. Precisamente el NY Times señaló lo siguiente: “(...) el resto <del acuerdo> es casi una completa capitulación a las demandas chantajistas de los extremistas republicanos. Dañará los programas para la clase media y los pobres, y dificultará la recuperación económica”[v]
Esto último parece ser central para economistas como Krugman quien sostiene que una reducción del gasto público con la excusa de responsabilidad fiscal, lejos de reactivar la economía, puede provocar una desaceleración aún mayor que acerque a la economía yanqui de manera peligrosa al abismo de la depresión. Abismo al que inevitablemente arrastraría, y está arrastrando ya, a la economía global.
La última información con que contamos es que el acuerdo, dentro del aparato político norteamericano, no ha logrado tranquilizar los mercados y que la agencia calificadora Standard & Poor’s ha rebajado la nota crediticia gringa de AAA a AA+ como respuesta a lo que llama “falta de planificación política”. Esto es sin dudas un duro golpe para Estados Unidos y su rol de potencia hegemónica global.
Asistimos así al circo de Obama, al regocijo de la derecha irracional y a la pasividad de las masas sobre las que se descarga la crisis.

[i]http://www.socialismo-o-barbarie.org/eeuu_nuevo/110803_a_krugman_la_rendicion_de_obama.htm
[ii]Para una elaboración más detallada sobre este aspecto revisar: “Obama: ¿el Roosvelt que no fue?” en www.socialismo-o-barbarie.org/revistas_anteriores.htm
[iii]En ocasiones la torpeza y debilidad política de Obama parece no tener límites.
[iv]Para ampliar este aspecto revisar: http://www.socialismo-o-barbarie.org/eeuu_nuevo/110728_a_bailandoeneltitanic.htm
[v]New York Times en AFP. “Según diarios liberales el Presidente capituló”. 1 de agosto de 2011.






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